En un artículo titulado “El hartazgo de una población y el sargazo: la misma metáfora”, la institución reseña que esa situación ocasiona que el pueblo se sienta atrapado en un ciclo especifico de la vida cotidiana.
El Gabinete de la Niñez manifestó que el “hartazgo de la población” no es una etapa que llega de repente, si no que se acumula a raíz de varias situaciones que generan cansancio en la sociedad.
En un artículo titulado “El hartazgo de una población y el sargazo: la misma metáfora”, la institución reseña que esa situación ocasiona que el pueblo se sienta atrapado en un ciclo especifico de la vida cotidiana.
“El hartazgo de una población no llega de repente. Se acumula como capas de cansancio, decepción y frustración ante promesas incumplidas, decisiones tardías y una aparente indiferencia de quienes deben responder”, señala el artículo.
A continuación el artículo integro enviado por el Gabinete de la Niñez, el cual preside la primera Dama, Raquel Arbaje:
El hartazgo de una población y el sargazo: la misma metáfora
El hartazgo de una población no llega de repente. Se acumula como capas de cansancio, decepción y frustración ante promesas incumplidas, decisiones tardías y una aparente indiferencia de quienes deben responder.
Es un fenómeno social que recuerda a otro muy visible en nuestras costas: el sargazo. El sargazo arriba en oleadas masivas, se expande, invade y pronto convierte lo que antes era un paisaje limpio y acogedor en un escenario desagradable, donde el mal olor, la suciedad y la sensación de abandono predominan.
Con el hartazgo ocurre lo mismo: primero aparece como un murmullo, después como una molestia constante y, al final, como un grito colectivo que no puede ignorarse. Ambos procesos comparten un mismo resultado: saturación.
El pueblo se siente atrapado en un ciclo en el que la vida cotidiana se ve obstaculizada, ya sea por la incapacidad de sus dirigentes o por la carga de un problema que parece nunca acabar.
En este paralelismo surge otro elemento: las personas que se exhiben como protagonistas, llenos de ego, que buscan reflectores y aparentan tener soluciones. Sin embargo, su aporte es mínimo o nulo. Funcionan como el mismo sargazo cuando se mece sobre el agua: se mueve mucho, genera ruido visual y parece abundante, pero en realidad no ofrece nada útil. Peor aún, entorpece, estanca y contamina.
El pueblo cansado ya no se conforma con gestos vacíos. Así como el turismo y la economía local no pueden sostenerse en una playa invadida de sargazo, la sociedad no puede avanzar con liderazgos que solo inflan su ego y desatienden los problemas reales.
El hartazgo se transforma entonces en un llamado urgente: la exigencia de soluciones concretas, no de discursos huecos ni de espectáculos superficiales. Lo que la población pide se asemeja a lo que la naturaleza requiere: limpieza, control, manejo responsable y visión de largo plazo. Las mareas del sargazo no se combaten con improvisación ni con simples anuncios; del mismo modo, la fatiga social no se resuelve con frases rimbombantes ni con actos de relumbrón.
La lección es clara. Tanto en las playas como en la vida política y social, lo que contamina debe ser retirado con firmeza. El exceso de ruido, la falta de sensibilidad y el ego desmedido son obstáculos tan dañinos como la acumulación del sargazo. Solo la acción seria, empática y comprometida devuelve la confianza y la esperanza.
El hartazgo no es solo molestia: es una advertencia. Si no se atiende a tiempo, se convierte en rechazo, en resistencia y en ruptura. Y, como el sargazo, puede crecer hasta ahogar cualquier intento de convivencia armónica si no se le enfrenta con responsabilidad y respeto. https://listindiario.com/la-republica/20250929/gabinete-ninez-hartazgo-poblacion-llega-repente_876259.html